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Dos exposiciones en las salas del Museo

La apertura de las exposiciones se realiza a las 7 de la noche en el Museo Bolivariano de Arte Contemporáneo Quinta de San Pedro Alejandrino; este jueves 27 los artistas Josefina Jacquin, Mabel Castro y Luis Fernando Jaramillo, ofrecen una visita guiada.

‘Noviembre 1985’ y ‘La Calle’, son dos expresiones, dos momentos artísticos que reúnen a la artista Josefina Jacquin y a los fotógrafos Mabel Castro y Luis Fernando Jaramillo, quienes este miércoles 26 inauguran sus exposiciones en el Museo Bolivariano de Arte Contemporáneo Quinta de San Pedro Alejandrino.

Las salas Galería Espacio Abierto y Armando Villegas, abren desde las 7 de la noche para dar rienda suelta a dos formas interesantes de estética plástica, que permite mostrar la convergencia de dos exhibiciones de un nivel superior en lo que a arte se refiere.

Durante su recorrido los visitantes tienen la oportunidad de auscultar el trabajo investigativo desde el punto de vista plástico de un lapso de vida colombiana, pasando luego a la pasión y el olor  cotidiano de la calle.

Hasta el 22 de mayo estarán en exhibición estas exposiciones que integran la programación 2014 de la  Fundación Museo Bolivariano cuenta con el apoyo del Ministerio de Cultura – Programa Nacional de Concertación Cultural, la Alcaldía Distrital de Santa Marta y el acompañamiento de Electricaribe.

Memoria historica.

La estética de ‘Noviembre 1985’  se inspira en el trabajo de los años ochenta del artista Pop Andy Warhol y es precedida por una exhaustiva investigación sobre este fatídico año.  “La obra titulada Noviembre 1985 es una memoria construida de un corto e intenso periodo de nuestro país, específicamente Noviembre del 1985. Escogí imágenes iconográficas que a través del tiempo han formado parte de la memoria colectiva de mis coterráneos colombianos, estas imágenes retratan  eventos que sucedieron en menos de un mes y a personajes que los protagonizaron. Deseo atraer al espectador con el lenguaje fácil y atractivo del pop e invitarlo a través de mi obra a revisar su propia memoria, a abrir el diálogo con las nuevas generaciones que no tienen estas imágenes en su imaginario”.

Asegura Josefina que su intención era y sigue siendo la de “compartir mi memoria personal cuando se cumplió el vigesimoséptimo aniversario de la toma del Palacio de Justicia y de la tragedia de Armero. Hechos que no solo dividieron la historia colombiana, sino que están plagados de interrogantes. También exploro el papel del artista como narrador porque mi obra es una narrativa pictórica de un momento histórico. Esta obra es precedida por una exhaustiva investigación sobre el año 1985 en Colombia, y a la vez ha sido un trabajo sobre la memoria personal y colectiva. Este trabajo también es un homenaje a mi hermano Alfonso Jacquin Gutiérrez, desaparecido en la toma del Palacio de Justicia”.

Josefina nació en Santa Marta, y se mudó a Cartagena con su familia cuando tenía trece años de edad. En 1985, Josefina finalizó sus estudios de Restauración y Museología en la Universitá Internazionale dell’Arte en Florencia, Italia. En 1995, obtuvo su pregrado en Bellas Artes con énfasis en grabado en la Universidad Estatal de San Francisco y su Maestría en Bellas Artes en el San Francisco Art Institute en 1997. Ha trabajado como artista invitada y ha colaborado en varios proyectos con el Centro Cultural de la Misión y la Comisión de Artes de San Francisco. Su obra ha sido incluida en colecciones permanentes en la Fundación Achenbach -Museos de Bellas Artes de San Francisco, Galeria del Kala Art Instiute de Berkeley, el Museo de Arte Moderno de Cartagena, Colombia y en colecciones privadas en Estados Unidos, Colombia e Inglaterra.

Sobre su obra el crítico, Santiago Mutis dice que rechaza, prudente y sabiamente, la repetición factoril de imágenes en la que Andy Warhol funda su obra –al mismo tiempo que nos abruma–, por una poderosa razón. Dice Warhol: “cuando uno mira una imagen atroz una y otra vez, en realidad no produce ningún efecto”. Salvo el de la insignificancia y el de nuestra apática aceptación. Efecto buscado –y logrado– por “Andy”. “Pero otra razón tiene Jacquin al llevar todo el contenido del cuadro a su superficie, a los colores planos “violentamente atractivos”, y es el uso popular que colombianos –y los latinoamericanos todos– hacemos de ellos en nuestra vida corriente, se trate del empaque de jabones para la buena suerte o el amor o de veladoras para la Virgen, de pinturas en salones de billar, estampados en vestidos femeninos, decorados en los platos de peltre de nuestra comida diaria, juegos para niños o de las ilustraciones para loterías dominicales, etc. Etc.”.

Entre lo cotidiano y lo urbano.

Una mesa anónima de un parque sirve de portal a los caminos convergentes y divergentes en el trabajo fotográfico de Mabel Castro y Luis Fernando Jaramillo; el hilo conductor es la ciudad, lo urbano, el espacio creado por el ser humano, así define el Director Museo de Arte Contemporáneo de Bogotá, Gustavo Ortiz, la obra de estos dos fotógrafos. ¿Cuántas veces nos enfrentamos en el ritmo de la vida, a éstas realidades? Cuántas veces volvemos la mirada al mismo cielo y lo encontramos diferente? caminar por la ciudad es beberla gota a gota, detalle a detalle, calle a calle, es saber perderse y encontrar la clave del laberinto que se encuentra en la brújula personal,

En el instinto, en la huella que deja la luz, en el desgaste de la acera, en el remolino de hojas secas que se lleva el viento.

Estos son muchas de las inquietudes resueltas en cada imagen de Mabel Castro y Luis Fernando Jaramillo, quienes a través de la experimentación con la imagen, rompiendo el contexto bidimensional de la imagen, se observa en obras de su autoría como Colombia Vuelta Bicicleta o El Parque. Donde se destaca la cercanía con el collage o la búsqueda de nuevas expresiones, de la construcción de objetos nuevos a partir de formas preexistentes.

La fotografía en movimiento, diferente al stop motion se refleja en las series fantasmales de Jaramillo o en la Solitaria de Mabel Castro. Aquí los fotógrafos expresan una visión muy particular y sorprendente de la vida urbana. Al descontextualizar los sujetos, consiguen que sean los colores y el movimiento los que construyan la imagen fotográfica.

La fotografía de calle en toda su expresión artística se refleja en imágenes como La Luna, Ventana al Mar, Paleta, Torre, Atmósfera, La máscara, Las Monjas, Niebla del Riachuelo, La Raya. Son instantes que van más allá del espacio y del tiempo, imágenes que permanecen en la retina, destacándose el respeto por la geometría intrínseca de cada imagen, por la reverencia a la urbe contemporánea, por la búsqueda del individuo y de su huella. Algunas nos remiten a los sueños de la primera infancia, al erotismo descarado e inoportuno, al ritmo luminoso de los claustros.

El Instante Decisivo que los artistas proyectan en su obra desde su oficio de documentalistas y fotoperiodistas se refleja en distintas obras, que son un retrato de su tiempo y de la realidad que vivimos. Pero más allá del fotoreportaje, los artistas buscan en estas expresiones citadinas, imágenes que soporten el paso del tiempo y de la historia.

Las convergencias se suceden por el compartir diario, por la afinación de la mirada, por el manejo técnico y por el contenido temático; la urbe es un escenario que seduce con sus largas perspectivas, con el halo de la velocidad que deja su estela en la retina pero también son atractivos los reflejos, las sombras, las fachadas antiguas y desvencijadas, o los modernos edificios de cristal, y por supuesto son atractivos los transeúntes, sus miradas, sus pasos y sus acciones.

Las divergencias son procesos de cambio, de variación, de ángulo de visión y por supuesto de aproximación diferente a la realidad. Esa ciudad como gran escenario abierto y explorable ofrece todo tipo de opciones que Mabel y Luis Fernando sintetizan en sus fotografías.

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