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La sátira visual de Yolanda Mesa

Yolanda Mesa posee una trayectoria de sostenida seriedad en el trabajo y una disciplina que le permiten hacer exposiciones periódicas en diferentes lugares del mundo. Su obra se perfila con la misma contundencia que manifiestan sus imágenes.

Para cualquiera que haya observado su producción artística en series tales como Personajes en la playa, Viajeros, Guardaespaldas o Mascotas es evidente que la artista se plantea un camino exploratorio que la llevaron a practicar una pintura narrativa de sátira visual que crítica la sociedad de nuestro tiempo.

Tienen sus composiciones un aire dramático que en ocasiones incitan al humor que se desprende de esas figuras carnavalescas en actitud de espera o de tránsito. En esta época de violentas confrontaciones, sus trabajos se llenaron de rostros ampulosos que esconden sus ojos detrás de gruesas gafas oscuras, imágenes faranduleras de una época tan escabrosa que darían risa si no fuera por las trágicas connotaciones que evocan.

Para alcanzar su propósito, esta pintora nacida en Medellín y radicada primero en Nueva York y luego en Bogotá, utilizó el óleo puro en grandes áreas de colores planos y enfáticos con algún elemental paisaje en el fondo, al que también aplica una técnica de zoom para aproximarse a las fisonomías que modela con pinceladas puntillistas. La robusta sensualidad de sus figuras la emparentan con el arte Pop y la intención desmitificadora de Fernando Botero.

A principios del siglo XXI resume su trayectoria en una pintura que rescata las imágenes de fotonovela con una paleta de tonos medios que revelan la cursilería de los argumentos televisivos. En época más reciente, en las series Amores públicos y Amores interrumpidos, Yolanda Mesa se apropia de imágenes que encuentra en carteles de cine, vallas y avisos de revista. En sensuales composiciones, sus pinturas al óleo enfocan a parejas que revelan diversos estados de ánimo o tipos de encuentros cuyo argumento central es el amor, la felicidad, el desamor o la indiferencia. Son temas que suelen explotar de manera recurrente los medios publicitarios y en los cuales es fácil sentirse identificado puesto que recrean situaciones familiares de carácter urbano.

En su pintura es necesario destacar la importancia de la escala. Las figuras de gran tamaño, a la manera de vallas publicitarias, contrastan con un tercer elemento que asume las características de un intruso que, se supone, pinta la escena. Son fotografías de personas reales, ajenas a los protagonistas de la historia, que sirven para enfatizar la monumentalidad de las imágenes. La pintura de Yolanda Mesa es el patrimonio inimitable de una artista comprometida con su vocación que ha alcanzado un lenguaje personal de legítima madurez.

Eduardo Márceles Daconte1

Desde la ventana de Sperakis.

Sperakis es un neoyorkino de esos casi puros que  leían el mundo desde Manhatan. Al menos así  lo conocí hace cerca de dos décadas. Pero en el último lustro algo le ha pasado. Por circunstancias de la vida se instaló en Bogotá y desde una ventana de la calle 85 empezó a descubrí otro mundo. Primero vio asombrado que unas montañas escenificaban una ciudad de ladrillo. Luego, tentado por la vida social, nos comentaba a sus amigos su entusiasmo por una ciudad refinada, donde en las reuniones se hablaba de grandes exposiciones de arte en  el mundo, de cine, música, urbe donde se abrían restaurantes étnicos y se conversaba  en ingles y otras lenguas. Cuando comprendió que tanto coctel  podía plasmar su entusiasmo, se encerró en su estudio y fue ahí cuando descubrió que esa ciudad fina y políglota era también progenitora de un duro agite  callejero y popular, cruel e inaudito, y sin in darse cuenta toda esa iconografía  poderosa se fue metiendo a su vida creativa.

Así nace esta exposion de un extranjero enamorado de una ciudad que lo ha recibido con entusiasmo y curiosidad. Quiere  transformar sus emociones en una obra pictórica que exige mucha paciencia, hecha con una técnica que solo el conoce de papel mojado con cal y pintura. Con esa técnica, que aún disfruta de lo artesanal, produce unas imágenes evocadoras, a veces dando una sensación mítica, de aquellos ciudadanos que en búsqueda de la sobrevivencia recorren o se instalan en la calle 85, entre Transmilenio y Carulla.

Entre Manhatan y Bogotá, pues, un reconocido artista se la juega  en un inquietante cambio de ambiente, tratando de cruzar una vitrina de la Fifth Avenue de Nueva York con un vendedor ambulante de Bogotá

Armando Silva2
 

(1) Escritor, curador e historiador de arte. Su libro más reciente se titula
Los recursos de la imaginación: Artes visuales de la región andina de Colombia (Bogotà, 2009).
(2) Columnista de El Tiempo